Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Meditación del Papa San Juan Pablo II
sobre las Letanías del Sagrado Corazón
S. Juan Pablo II
22 de junio, 1986
http://www.mscperu.org/msc/sgdoCorazon/SCorazon_Juan_Pablo_II/Corazon_de_Jesus15_Enquie_el_Padre_hallo_sus_complacencias.htm
Confeccionó Franja
S. Juan Pablo II
22 de junio, 1986
CORAZÓN
DE JESÚS EN QUIEN EL PADRE
HALLÓ SUS COMPLACENCIAS.
TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS.
1.Corazón
de Jesús, en quien el Padre halló sus complacencias.
Rezando
así, particularmente ahora, en el mes de junio, meditamos en aquella
complacencia eterna que el Padre tiene en el Hijo: Dios en Dios, Luz en Luz.
Esa
complacencia significa también Amor: este Amor al que todo lo que existe le
debe su vida: sin El, sin Amor, y sin el Verbo-Hijo, "no se hizo nada de
cuanto se ha hecho" (Jn 1,3).
Esta
complacencia del Padre encontró su manifestación en la obra de la creación en
particular en la del hombre, cuando Dios "vio lo que había hecho y he aquí
que era bueno... era muy bueno" (Gn 1,31).
¿No
es, pues, el Corazón de Jesús ese "punto" en el que también el hombre
puede volver a encontrar plena confianza en todo lo creado? Ve los valores, ve
el orden y la belleza del mundo. Ve el sentido de la vida.
2.
Corazón de Jesús, en quien el Padre halló sus complacencias. Nos dirigimos a la
orilla del Jordán.
Nos
dirigimos al monte Tabor. En ambos acontecimientos descritos por los Evangelistas
se oye la voz de Dios invisible, y es la voz del Padre:
"Este
es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia. Escuchadle" (Mt 17,5).
La
eterna complacencia del Padre acompaña al Hijo, cuando El se hizo hombre,
cuando acogió la misión mesiánica a desarrollar en el mundo, cuando decía que
su comida era cumplir la voluntad del Padre.
Al
final Cristo cumplió esta voluntad haciéndose obediente hasta la muerte de
cruz, y entonces esa eterna complacencia del Padre en el Hijo, que pertenece al
intimo misterio del Dios-Trino, se hizo parte de la historia del hombre. En
efecto, el Hijo mismo se hizo hombre y en cuanto tal tuvo un corazón de hombre,
con el que amó y respondió al amor. Antes que nada al amor del Padre.
Y
por eso en este corazón, en el Corazón de Jesús, se concentró la complacencia
del Padre.
Es
la complacencia salvífica. En efecto, el Padre abraza con ella - en el corazón
de su Hijo - a todos aquellos por los que este Hijo se hizo hombre. Todos
aquellos por los que tiene el corazón. Todos aquellos por los que murió y
resucitó.
En
el Corazón de Jesús el hombre y el mundo vuelven a encontrar la complacencia
del Padre. Este es el corazón de nuestro Redentor. Es el corazón del Redentor
del mundo.
En
nuestro rezo del Ángelus Dominí unámonos a María.
Unámonos
a Ella, de la que el Hijo de Dios tomó un corazón humano. Pidámosle que nos
acerque a El. Pidamos a Ella, en el corazón del Hijo, acerque al hombre y al
mundo la complacencia del Padre, el Amor del Padre, la misericordia de Dios.
Confeccionó Franja
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