Un joven soñó que entraba en un
supermercado recién inaugurado y, para su sorpresa, descubrió que Jesucristo se
encontraba atrás del mostrador.
- ¿Que vendes aquí? - le preguntó.
- Todo lo que tu corazón desee - respondió
Jesucristo.
Sin atreverse a creer lo que estaba
oyendo, el joven emocionado se decidió a pedir lo mejor que un ser humano
podría desear:
- Quiero tener amor,
felicidad, sabiduría, paz de espíritu y ausencia de todo temor - dijo el
joven-. Deseo que en el mundo se acaben las guerras, el terrorismo, el
narcotráfico, las injusticias sociales, la corrupción y las violaciones a los
derechos humanos.
Cuando el joven terminó de hablar,
Jesucristo le dice:
- Amigo, creo que no me
has entendido. Aquí no vendemos frutos; solamente vendemos semillas. "Convierte en frutos las semillas que
hay en ti".
¡Te
ha gusto? ¡Pásalo!
1 comentario:
Desear oler el aroma de una rosa en nuestro jardín en una incoherencia sino lo hemos plantado antes.
Así es nuestra vida, no sólo es necesario el deseo y pedir... es necesaria la acción por nuestra parte. La vida nos ofrece muchas posibilidades que despreciamos. Se trata de verlas.
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