Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Hemos vuelto al paganismo?,
Es un artículo un poco largo pero esclarecedor.
Nos daremos cuenta de por donde van las cosas en la actualidad
Franja
«ESTAMOS FRENTE A LA INTENCIÓN
DIABÓLICA DE EDIFICAR UNA CREACIÓN ALTERNATIVA»
«Hemos vuelto al paganismo, donde
el niño no tenía ningún derecho. Era un objeto `a disposición de´»
cardenal Carlo Caffarra,
El cardenal Carlo Caffarra,
arzobispo de Bolonia y miembro del Pontificio Consejo para la Familia y la
Pontificia Academia para la Vida, explica en una conversación con Tempi.it por
qué la ideología de género y las políticas anti-familia parecen tan fuertes.
«He llegado a la siguiente respuesta: todo esto es una obra diabólica, literalmente»,
admite. Reproducimos sus argumentos.
27/06/15 6:55
fecha reciente!!!
(Religión en Libertad / Tempi)
El ocaso de una civilización
Al inicio de su diálogo y en
referencia al reconocimiento de las uniones y matrimonios entre personas del mismo
sexo, como también a los derechos de adopción que se les otorga, Caffara
reflexionó…
«Me han surgido distintos
pensamientos a raíz de la moción votada en el Parlamento europeo. El primer
pensamiento ha sido este: es el fin. Europa se está muriendo. Y tal vez ni
siquiera tiene ganas de vivir, pues no ha habido civilización que haya
sobrevivido al ensalzamiento de la homosexualidad. No digo al ejercicio de la
homosexualidad. Digo al ensalzamiento de la homosexualidad. Hago un inciso:
alguien podría observar que ninguna civilización ha ido tan allá como para
afirmar el matrimonio entre personas del mismo sexo. En cambio, hay que
recordar que el ensalzamiento es algo más que el matrimonio. En distintos
pueblos la homosexualidad era un acto sagrado. De hecho, el adjetivo usado en
el Levítico para juzgar el ensalzamiento de la homosexualidad a través del rito
sagrado es «abominable». Tenía carácter sagrado en los templos y ritos
paganos.»
«Tanto es así -prosigue el
Cardenal- que las dos únicas realidades civiles, llamémoslas así, los dos
únicos pueblos que han resistido muchos milenios - en este momento pienso sobre
todo en el pueblo judío - han sido esos dos pueblos que han sido los únicos en
contestar la homosexualidad: el pueblo judío y el cristianismo. ¿Dónde están
los asirios? ¿Dónde los babilonios? Y el pueblo judío era una tribu, parecía
una nulidad frente a otras realidades político-religiosas. Pero la
reglamentación del ejercicio de la sexualidad como encontramos, por ejemplo, en
el libro del Levítico, se convirtió en un factor importantísimo de
civilización. Ese ha sido mi primer pensamiento. Es el fin.»
Satanás contra las evidencias
«Segundo pensamiento -advierte
Caffara-, puramente de fe. Ante hechos de este tipo siempre me pregunto: pero
¿cómo es posible que en la mente del hombre se oscurezcan evidencias tan
originarias, cómo es posible? Y he llegado a la siguiente respuesta: todo esto
es una obra diabólica. Literalmente. Es el último desafío que el diablo lanza a
Dios creador, diciéndole: «Yo te enseño cómo construyo una creación alternativa
a la tuya y verás que los hombres dirán: se está mejor así. Tú les prometes
libertad, yo les propongo el arbitrio. Tú les das amor, yo les ofrezco
emociones. Tu quieres la justicia, yo la igualdad perfecta que anula toda
diferencia».»
«Abro un paréntesis. ¿Por qué
digo «creación alternativa»? Porque si nosotros volvemos, como Jesús nos pide,
al Principio, al diseño originario, a cómo Dios ha pensado la creación, vemos
que este gran edificio que es la creación se rige sobre dos columnas: la
relación hombre-mujer (la pareja) y el trabajo humano. Nosotros estamos
hablando ahora de la primera columna, pero también la segunda se está
destruyendo… Estamos, por consiguiente, frente a la intención diabólica de
edificar una creación alternativa, desafiando a Dios con la intención de que el
hombre acabe pensando que se está mejor en esta creación alternativa.»
«¿Hasta cuándo Señor?»
Su tercer ámbito de reflexión lo
inicia el cardenal Caffara con la pregunta: «¿Hasta cuándo Señor?». La
respuesta que nos ofrece hace referencia al libro del Nuevo testamento,
Apocalipsis…
«En este libro se narra que a los
pies del altar celeste están los asesinados por la justicia, los mártires, que
dicen continuamente «¿Hasta cuándo vas a estar (…) sin tomar venganza por
nuestra sangre (…)?» (cfr. Ap 6, 9-10). Y me sale espontáneo decir: ¿Hasta
cuándo Señor no defenderás tu creación? Y de nuevo la respuesta del Apocalipsis
resuena dentro de mí: «se les dijo que esperasen todavía un poco, hasta que se
completara el número de sus consiervos y hermanos que iban a ser muertos como
ellos». ¡Qué gran misterio es la paciencia de Dios! Pienso en la herida de Su
corazón, convertida en visible, histórica, cuando un soldado abrió el costado
de Cristo. Porque de cada cosa y criatura creada la Biblia dice «y vio Dios que
estaba bien». Por último, en el culmen de la creación, después de la creación
del hombre y de la mujer, dice «y vio Dios que todo estaba muy bien». ¡La
alegría del gran artista! Ahora esta gran obra de arte está totalmente
desfigurada. Y Él es paciente y misericordioso. Y dice, a quien le pregunta
«¿hasta cuándo?», que espere. «Hasta que el número de los elegidos no esté
cumplido».
La fuerza del Redentor
«Y he aquí mi último pensamiento.
Un día, cuando era arzobispo de Ferrara, estaba en uno de los pueblos más
alejados de la diócesis, en el delta del Po. Un lugar que parecía el fin de la
Tierra, en medio de uno de esos tortuosos meandros que hace el gran río, que
antes de llegar al mar va por donde quiere. Allí me reuní para una catequesis
con un grupo de pescadores, gente que literalmente se pasa la mayor parte de su
vida en el mar. Uno de ellos me planteó esta pregunta: «Imagínese el mundo como
uno de esos contenedores cilíndricos en los que metemos los peces que acabamos
de pescar; pues bien, el mundo es esta especie de barril y nosotros somos como
peces que acaban de ser pescados. La pregunta es: el fondo de este barril,
¿cómo se llama? ¿Qué nombre tiene?».
Imagínese, un pescador que
plantea la pregunta que está en el principio de cualquier filosofía: ¿cómo se
llama el fondo de todas las cosas? Y entonces yo, asombrado por esta pregunta,
le respondí: «El fondo no se llama azar; se llama gratuidad y ternura de Uno
que nos abraza a todos». En estos días he vuelto a pensar en esa pregunta y en
la respuesta que le di a ese anciano pescador y me pregunto: ¿toda esta
intención de desfigurar y destruir la creación tiene tanta fuerza que al final
vencerá? No. Yo pienso que hay una fuerza más poderosa que es el acto redentor
de Cristo, Redemptor Hominis Christus, Cristo redentor de los hombres.»
La tarea de los pastores y de los
esposos
«Pero hago otra reflexión,
suscitada precisamente por los pensamientos de estos días. Pero yo, como pastor
¿cómo puedo ayudar a mi gente, a mi pueblo, a custodiar en la mente y en la
conciencia moral la visión originaria? ¿Cómo puedo impedir el oscurecimiento de
los corazones? Pienso en los jóvenes, en quién aún tiene el valor de casarse,
en los niños. Y entonces pienso en lo que normalmente se hace en el mundo
cuando hay que enfrentarse a una pandemia. Los organismos públicos responsables
de la salud de los ciudadanos, ¿qué hacen? Actúan siempre según dos
directrices. La primera es curar, en principio, a quién está enfermo e intentar
salvarlo. La segunda, no menos importante e incluso decisiva, es intentar
entender el porqué y cuáles son las causas de la pandemia para poder así
elaborar una estrategia de victoria.»
«Ahora la pandemia está aquí.
Y como pastor tengo la responsabilidad de sanar y de impedir que las personas enfermen. Pero al mismo tiempo tengo el importante deber de empezar un proceso, es decir, una acción de intervención que exigirá paciencia, compromiso, tiempo. Y la lucha será cada vez más ardua y esto es tan cierto que a veces les digo a mis sacerdotes: yo estoy seguro de que moriré en mi cama, pero no lo estoy de mi sucesor. Probablemente morirá en la cárcel. Por consiguiente, estamos hablando de un proceso largo y que nos verá comprometidos en un combate duro. En resumen, estamos llamados a hacer ambas cosas: intervención de urgencia y lucha de larga duración, estrategia de urgencia y largo proceso educativo.»
Y como pastor tengo la responsabilidad de sanar y de impedir que las personas enfermen. Pero al mismo tiempo tengo el importante deber de empezar un proceso, es decir, una acción de intervención que exigirá paciencia, compromiso, tiempo. Y la lucha será cada vez más ardua y esto es tan cierto que a veces les digo a mis sacerdotes: yo estoy seguro de que moriré en mi cama, pero no lo estoy de mi sucesor. Probablemente morirá en la cárcel. Por consiguiente, estamos hablando de un proceso largo y que nos verá comprometidos en un combate duro. En resumen, estamos llamados a hacer ambas cosas: intervención de urgencia y lucha de larga duración, estrategia de urgencia y largo proceso educativo.»
«Pero, ¿quiénes serán los actores
de una empresa para la que se necesitará tiempo y capacidad de sacrificio? En
mi opinión son fundamentalmente dos: los pastores de la Iglesia y, más
concretamente, los obispos. Y los esposos cristianos. Para mí, estos serán los
que volverán a construir las evidencias originarias en el corazón de los
hombres.»
«Los pastores de la Iglesia
porque existen para esto.
Han recibido una consagración cuyo fin es este, la potencia de Cristo está en ellos. «Desde hace dos mil años el obispo constituye, en Europa, uno de los ganglios vitales, no sólo de la vida eterna, sino de la civilización» (G. De Luca). Y una civilización es también la humilde, magnífica vida cotidiana del pueblo generado por el Evangelio que el obispo predica. Y después los esposos. Porque el discurso racional viene después de la percepción de una belleza, de un bien que tú ves ante tus ojos, el matrimonio cristiano.»
Han recibido una consagración cuyo fin es este, la potencia de Cristo está en ellos. «Desde hace dos mil años el obispo constituye, en Europa, uno de los ganglios vitales, no sólo de la vida eterna, sino de la civilización» (G. De Luca). Y una civilización es también la humilde, magnífica vida cotidiana del pueblo generado por el Evangelio que el obispo predica. Y después los esposos. Porque el discurso racional viene después de la percepción de una belleza, de un bien que tú ves ante tus ojos, el matrimonio cristiano.»
«¿Y sobre la intervención de
urgencia?
Tengo que admitir que yo mismo tengo dificultades. Y esto porque no es raro que me falle el aliado, que es el corazón humano. Pienso en la situación entre los jóvenes. Vienen y me preguntan: «¿Por qué tenemos que comprometernos definitivamente, cuando ni siquiera estamos seguros de que nos seguiremos queriendo cuando llegue la noche?». Ahora bien, frente a esta pregunta yo sólo tengo una respuesta: recógete en ti mismo y piensa cuál ha sido tu experiencia cuando has dicho a una chica o, en el caso de una chica, a un chico «te amo, te amo realmente». Acaso dentro de ti, en tu corazón, has pensado: «¿Doy todo mí mismo a otra, pero sólo durante un cuarto de hora o como máximo hasta la noche»? Esto no está en la experiencia de un amor, que es don. Esto está en la experiencia de un préstamo, que es cálculo. Pero si consigues guiar a la persona hasta esta escucha interior (Agustín), la has salvado. Porque el corazón no engaña. La Iglesia ha enseñado siempre su gran tesis dogmática: el pecado no ha corrompido radicalmente al hombre. El hombre ha hecho desastres enormes, pero la imagen de Dios ha permanecido. Yo veo, hoy, que los jóvenes son cada vez menos capaces de este retorno a sí mismos. El mismo drama de Agustín cuando tenía su edad.»
Tengo que admitir que yo mismo tengo dificultades. Y esto porque no es raro que me falle el aliado, que es el corazón humano. Pienso en la situación entre los jóvenes. Vienen y me preguntan: «¿Por qué tenemos que comprometernos definitivamente, cuando ni siquiera estamos seguros de que nos seguiremos queriendo cuando llegue la noche?». Ahora bien, frente a esta pregunta yo sólo tengo una respuesta: recógete en ti mismo y piensa cuál ha sido tu experiencia cuando has dicho a una chica o, en el caso de una chica, a un chico «te amo, te amo realmente». Acaso dentro de ti, en tu corazón, has pensado: «¿Doy todo mí mismo a otra, pero sólo durante un cuarto de hora o como máximo hasta la noche»? Esto no está en la experiencia de un amor, que es don. Esto está en la experiencia de un préstamo, que es cálculo. Pero si consigues guiar a la persona hasta esta escucha interior (Agustín), la has salvado. Porque el corazón no engaña. La Iglesia ha enseñado siempre su gran tesis dogmática: el pecado no ha corrompido radicalmente al hombre. El hombre ha hecho desastres enormes, pero la imagen de Dios ha permanecido. Yo veo, hoy, que los jóvenes son cada vez menos capaces de este retorno a sí mismos. El mismo drama de Agustín cuando tenía su edad.»
«En el fondo, al final, ¿qué es
lo que conmovió a Agustín?
Ver a un obispo, Ambrosio, y ver a una comunidad que
cantaba con el corazón más que con los labios la belleza de la creación, Deus
creator omnium, el bellísimo himno de Ambrosio. Hoy esto es muy difícil con los
jóvenes, pero en mi opinión es una intervención de urgencia. No hay otra. Si
perdemos este aliado, que es el corazón humano – el corazón humano es aliado
del Evangelio, porque el corazón humano ha sido creado en Cristo en
correspondencia con Cristo –, decía que si perdemos este aliado no veo más
caminos.»
«Quisiera añadir una cosa para
terminar.
A medida que mi vida avanzaba, más descubría la importancia que tienen en la vida del hombre, para tener una buena vida, las leyes civiles. He entendido lo que dice Heráclito: «Es necesario que el pueblo combata por la ley como por los muros de la ciudad». Más envejecía y más me daba cuenta de la importancia de la ley en la vida de un pueblo. Hoy parece que el Estado haya abdicado de su tarea legislativa, haya abdicado de su dignidad, reduciéndose a ser una cinta grabadora de los deseos de los individuos, cuyo resultado es la creación de una sociedad de egoísmos opuestos, o de frágiles convergencias de intereses contrarios. Tácito dice: «Corruptissima re publica, plurimae leges». Muchísimas son las leyes cuando el Estado es corrupto. Cuando el Estado es corrupto, las leyes se multiplican. Es la situación actual.»
A medida que mi vida avanzaba, más descubría la importancia que tienen en la vida del hombre, para tener una buena vida, las leyes civiles. He entendido lo que dice Heráclito: «Es necesario que el pueblo combata por la ley como por los muros de la ciudad». Más envejecía y más me daba cuenta de la importancia de la ley en la vida de un pueblo. Hoy parece que el Estado haya abdicado de su tarea legislativa, haya abdicado de su dignidad, reduciéndose a ser una cinta grabadora de los deseos de los individuos, cuyo resultado es la creación de una sociedad de egoísmos opuestos, o de frágiles convergencias de intereses contrarios. Tácito dice: «Corruptissima re publica, plurimae leges». Muchísimas son las leyes cuando el Estado es corrupto. Cuando el Estado es corrupto, las leyes se multiplican. Es la situación actual.»
«Es un círculo vicioso porque por
una parte las leyes parecen reducirse, precisamente, a una cinta grabadora de
deseos. Esto hace que lo social sea inevitabilmente conflictivo, una lucha por
la supremacía del más prepotente sobre el más débil, es decir, la corrupción de
la idea misma del bien común, de la cosa pública. Entonces se intenta
resolverlo con leyes olvidando que no habrá nunca leyes tan perfectas que hagan
que el ejercicio de las virtudes sea inútil. No las habrá nunca. En esto, en mi
opinión, nosotros los pastores tenemos una gran responsabilidad por haber
permitido la irrelevancia cultural de los católicos en la sociedad. La hemos
permitido, a veces incluso la hemos justificado. ¿Cuándo jamás la Iglesia ha
hecho esto? ¿Cuándo jamás los grandes pastores de la Iglesia han hecho esto?»
Defender a los niños
Después el cardenal es preguntado
por su parecer sobre la convocatoria a una manifestación pro-familia en Roma
para el 20 de junio (la interrogante se le planteó antes de que ocurriese la
manifestación que reuniría sobre quinientas mil personas).
«No tengo ninguna duda en decir
que es una manifestación positiva porque, como le decía, no podemos callarnos.
Ay de nosotros si el Señor nos reprendiera con las palabras del profeta: perros
que no habéis ladrado. Lo sabemos, en los sistemas democráticos la deliberación
política se basa en el sistema de la mayoría. Y me parece bien, porque las
cabezas es mejor contarlas que cortarlas. Pero frente a estos hechos no hay
mayoría que pueda hacerme callar. En caso contrario sería un perro que no
ladra.»
«Me urge sobre todo, y he
apreciado mucho, que esta jornada se haya planteado en defensa de los niños. El
Papa Francisco ha dicho que los niños no pueden ser tratados como cobayas. Se
hacen experimentos pseudo-pedagógicos con los niños. Pero, ¿qué derecho tenemos
de hacer esto? La cosa más tremenda, el logos más severo dicho por Jesús tenía
que ver con la defensa de los niños. Por consiguiente, en mi opinión, la
iniciativa romana es algo que había que hacer obligatoriamente. El día después
tal vez el Parlamento saque una ley que reconozca las uniones entre personas
del mismo sexo. Que lo haga, pero debe saber que es algo profundamente injusto.
Y esto tenemos que decírselo esa tarde en Roma. Cuando el Señor le dice al
profeta Ezequiel: «Tú vuelve a llamar», parece que el profeta diga: «Sí, pero
no me escuchan». Tú vuelve a llamar y será quien es por ti llamado de nuevo responsable,
no tú, porque tú lo has vuelto a llamar. Pero si tú no lo volvieras a llamar,
serías tú el responsable.»
«Si nosotros calláramos frente a
algo así, nosotros seríamos corresponsables de esta grave injusticia hacia los
niños, que han sido transformados de sujetos de derecho como cada persona
humana, en objetos de deseo de las personas adultas. Hemos vuelto al paganismo,
donde el niño no tenía ningún derecho. Era sólo un objeto «a disposición de».
Por lo tanto, repito, en mi opinión es una iniciativa que hay que sostener, no
se puede callar».
Traducción de Helena Faccia
Serrano
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