Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Nos acercamos a la Solemnidad del Corpus Christi
y me acabo de encontrar
con este narración y con la pintura de la Última Cena
de Leonardo da Vinci.
mejor ocasión para ponerla en el blog, no la voy a encontrar.
Cuento con vuestra benevolencia. Franja
Leonardo da Vinci ha sido uno de
los hombres más extraordinarios que han existido. En torno a él se han
inventado muchas leyendas. Ésta tal vez sólo sea una más de ellas.
Leonardo era muy detallista con
sus cuadros, y muy exigente a la hora de encontrar modelos. El ya tenía en su
mente una idea de lo que quería pintar y necesitaba encontrar alguien que
estuviera a la altura de sus ideas preconcebidas. Por eso a veces se tardaba
mucho en terminar una obra... aparte de que como andaba metido al mismo tiempo
en tantos proyectos...
Cuenta una leyenda que uno de los
cuadros que más se tardó en pintar fue el de la Ultima Cena. El ya tenía una
imagen de cada uno de los personajes, así que se dio a la tarea de encontrar
modelos adecuados.
El primero que encontró fue al
que representaría a Cristo. Era un joven tan lleno de vida, con tal fuerza
espiritual, que al exigente Leonardo le llenó el ojo. Siguió después con Pedro,
un hombre recio y maduro. Y así se fue encontrando poco a poco con cada uno de
los Apóstoles... Pasaron varios años, y el cuadro estaba aún incompleto. Sólo
le faltaba un personaje, Judas Iscariote.
A Leonardo le parecía que debía
ser alguien que representara la misma indignidad, alguien que al verlo
provocara una sensación de repudio. Visitó muchos sórdidos lugares, pero nadie
alcanzaba la altura de depravación que su imaginación de artista requería.
Pasaron muchos más años, y entre muchas otras cosas que realizó que tantas que
dejó a medias, el cuadro de la Ultima Cena se le estaba quedando sin concluir.
Algún conocido, enterado de la
larga y estéril búsqueda de Leonardo, le fue a contar alborozado:
"¡Leonardo, creo que encontré lo que buscas!" Y le refirió la historia
de un hombre vil al cual habían condenado a muerte por toda una larga serie de
fechorías sin nombre. Este amigo usó su influencia para evitar que se cumpliera
la sentencia hasta que Leonardo pudiera ver a este tipo. Al gran genio le llamó
la atención el asunto, y se dirigió al lugar donde pudo encontrar a este
sujeto. En cuanto lo vio, su cara se iluminó por completo. En efecto, esto era
lo que él buscaba; representaba la esencia misma de la maldad, era un reflejo
de lo más bajo a lo que podía caer un ser humano.
El pintor se presentó al hombre
este.
- "¿Sabes quién soy?"
- "¿Quién no lo sabe? Tú
eres el maestro Leonardo."
- "Bueno pues tengo una
propuesta que hacerte. Te necesito para que seas modelo de una de mis pinturas.
Mientras te ocupe no te ejecutarán. Y cuando termine puedo darle una cantidad
de dinero a alguna persona en tu nombre. No se si te interese."
- "¿Y qué cuadro estás
pintando?"
- "El de la Ultima
Cena"
- "¿Y qué personaje seré
yo?"
En este momento Leonardo soltó
una carcajada:
"¿Pues quién más? ¡Judas
Iscariote!"
El hombre aquel, guardó silencio
y bajó la mirada. Y lo que no se creería posible ocurrió...
Empezó a llorar. Levantó la
cabeza hacia el pintor mientras decía con gran desesperación:
"¡Leonardo! ¿No me
reconoces? Yo soy aquél con el que iniciaste, hace muchos años ese cuadro...
¡Ayer Cristo... ahora Judas!
Que gran realidad es la de que el
hombre es un ser abierto al bien y al mal. Podemos tener tantas cualidades y
disponibilidades para ser alguien grande... pero al mismo tiempo tenemos toda
la posibilidad de caer por la pendiente de la depravación.
A este respecto nos dice San
Francisco "Hay muchos que, al pecar o al recibir una injuria, echan
frecuentemente la culpa al enemigo o al prójimo. Pero no es así, porque cada
uno tiene en su dominio al enemigo, o sea, al cuerpo, mediante el cual peca.
Por eso, dichoso aquel siervo que
a tal enemigo, entregado a su dominio, lo mantiene siempre cautivo y se
defiende sabiamente de él; porque, mientras hiciere esto, ningún otro enemigo
visible o invisible le podrá dañar." (Admonición 10)
Cuidemos cada paso que demos en
la vida, para que en nosotros no se haga realidad esta leyenda.
Desconozco su autor
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