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El silencio, tiempo que da miedo
Virtudes y Valores
El silencio causa
temor porque tenemos miedo de encontrarnos a nosotros mismos
Autor: P. Arnaldo
Alvarado S. | Fuente: Al día con matices
Hay un hecho que
suscita interés en nuestros tiempos, esto es, sencillamente el silencio y el
miedo a este período. Mucha gente tiene pavor a la ausencia de murmullo. En una
ocasión por eficiencia de medios de transportes acudí a un servicio de taxi.
¡Vaya sorpresa! Ocurrió algo inusual. El taxista estaba trabajando en sintonía
con una música instrumental. Mi curiosidad fue preguntar la razón. La respuesta
fue sencillamente porque le tranquilizaba. Pero eso no fue todo. Añadió a
continuación -el taxista- que yo no era el primero que reparaba en el detalle
de la música, sino que todos los que viajaban con aquel taxista presentaron sus
mismos reparos. Algunos incluso se ponían furiosos y violentos, que les llevaba
abandonar el coche.
Oración del fariseo
y del publicano.
El fariseo no era capaz del silencio interior porque le hacían
mucho ruido sus monedas y no le dejaban escuchar a su conciencia. El Publicano tuvo
tiempo en su silencio para reflexionar y verse necesitado del perdón, y se
llenó de Dios. Dos caminos muy diferentes. Franja.
Pero ¿porqué no nos
gusta ordinariamente el silencio? Es sencillamente porque estamos vacíos
interiormente. Los grandes hombres de la historia amaron el silencio. Porque
tenían que decidir muchas cosas importantes de modo más reposado, íntimo y
personal.
Jesús buscaba el silencio para conversar con el Padre
La fe cristiana
tiene una práctica de vida sumamente interesante: el retiro. De este modo se
pretende imitar a Jesús. Pues el mismo Señor pasaba días, horas en oración. Los
evangelios nos presentan detalles como: se levantaba muy de madrugada, se
retiraba a solas, acudió al desierto, estaba en un lugar aparte. Son datos que
presentan la vida de Cristo en un diálogo continuo con Dios Padre. Para esto es
útil el silencio. Es un encuentro interior con nosotros mismos y a la vez con
Dios mismo. Como consecuencia tenemos necesidad de hacer oración.
El silencio es un
tiempo provechoso. Nos encontramos realmente en nuestro santuario de la
conciencia, ante lo cual nadie puede entrar sino sólo Dios y cuando nosotros la
abrimos a quienes tienen competencias de ayudarnos. Pero no a cualquiera
ventilamos nuestra interioridad. Hacerlo supondría falta de pudor e incluso de
respeto a uno mismo y a la otra persona. Cuánto desagrado causa cuando los
problemas personales se ventilan en público. No se arregla nada de ese modo.
El silencio nos
ayuda a conocernos a nosotros mismos. El retiro nos ayuda a revisar nuestro
itinerario de vida. Es una revisión imprescindible. Hacemos balance de cómo
estamos. Supone sencillez y humildad. También fortaleza y sinceridad para con
nosotros mismos.
El silencio causa
temor porque tenemos miedo de encontrarnos a nosotros mismos. Nos damos cuenta
que la vida interior es débil y en el peor de los casos vacía, sin grandes
ideales. Podemos comparar como el encender una luz en una habitación sin
ventanas. Es muy probable que tengamos que exigirnos luego y cambiar muchas
cosas que dejan que desear, pero como esto no nos gusta entonces simplemente
buscamos el bullicio, la actividad, llenar el silencio con golpeteo de latas y
cosas que acallen el grito de la conciencia.
Si te ha gustado...pásalo. Confeccionó, Franja.
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