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La
Eucaristía: Misterio de la fe
"¡Éste es el Sacramento de nuestra fe!",
el Misterio que nos inunda
de sentimientos
de gran asombro y gratitud.
Autor: Guillermo Juan Morado | Fuente: Catholic.net
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En
la celebración de la Santa Misa, justo después de la consagración, el
sacerdote dice: "Mysterium fidei" ("Éste es el sacramento de
nuestra fe"), a lo que el pueblo responde: "Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección, ¡ven Señor Jesús!".
El Papa Juan Pablo II evoca estas palabras, en el primer capítulo de la
encíclica "Ecclesia de Eucharistia", para recordar algunos aspectos
fundamentales del Sacramento. La Eucaristía es memorial del sacrificio
pascual del Señor; presencia viva y sustancial de Cristo en medio de
nosotros; verdadero banquete de comunión; anticipación del Paraíso, que
impulsa a transformar la propia vida, el mundo y la historia.
El Sacramento eucarístico es algo más que un encuentro fraterno. Es el mismo
sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos. En la Cruz el Señor se
ofreció a sí mismo al Padre en favor de todos los hombres. Este sacrificio,
esta autodonación plena en la que resplandece el amor más grande, se hace
presente en la Eucaristía.
La Santa Misa es "memorial" actualizador del único Sacrificio de la
Cruz. La celebración de la Eucaristía nos hace contemporáneos del Calvario,
para que Cristo una a su propia ofrenda sacrificial la ofrenda de nuestras
vidas. La Iglesia contempla asombrada este "Misterio de la fe",
"Misterio grande", "Misterio de Misericordia", que
constituye el don mayor que el Señor nos ha dado: el don de sí mismo, de su
cuerpo entregado y de su sangre derramada. ¡Sacrifico de la Pascua de Cristo,
el Cordero Inmolado, que muriendo destruyó la muerte y resucitando restauró
la vida!
El sacramento del sacrificio de Cristo implica una presencia muy especial: la
presencia real y sustancial del Señor bajo las especies del pan y del vino.
Por la consagración, el pan deja de ser pan y se convierte en Cuerpo de
Cristo y el vino deja de ser vino y se convierte en la Sangre de Cristo. Esta
conversión es llamada muy propiamente por la Iglesia
"transustanciación". El Papa recoge las palabras de Santo Tomás de
Aquino, para afirmar desde la fe: "Te adoro con devoción, Dios
escondido".
El sacrificio eucarístico se orienta a la comunión, a la íntima unión de los
fieles con Cristo mediante la recepción de su Cuerpo y su Sangre. Por eso la
Eucaristía es, inseparablemente, memorial de la Cruz y sagrado banquete de
comunión, en el que Cristo mismo se ofrece como alimento y nos comunica su
Espíritu.
La celebración eucarística tiene una proyección escatológica; es anticipación
de la meta a la que tendemos, una pregustación de la gloria: "La Eucaristía
es verdaderamente - escribe el Santo Padre - un resquicio del cielo que se
abre sobre la tierra. Es un rayo de gloria de la Jerusalén celestial, que
penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro
camino" (Ecclesia de Eucharistia, 19). Por eso, la Santa Misa se celebra
siempre en comunión con la Bienaventurada siempre Virgen María, con los
ángeles y los arcángeles, y con todos los santos, pues en la Eucaristía se
une la liturgia de la tierra a la liturgia del cielo.
Del anuncio de la muerte y de la resurrección de Cristo, en la espera de su
retorno glorioso; es decir, de la Eucaristía, recibimos la fuerza para
transformar nuestras vidas y para transformar el mundo y la historia, a fin
de que sean conformes al designio de Dios.
"¡Éste es el Sacramento de nuestra fe!", el Misterio que nos inunda
de sentimientos de gran asombro y gratitud. "Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección, ¡ven Señor Jesús!".
D. Guillermo Juan Morado es Párroco de San Pablo de Vigo, y Canónigo Penitenciario del Cabildo de la Diócesis de Tui-Vigo.
Desde nuestro blog le felicitamos por la claridad de su artículo sobre la Eucaristía y si os ha gustado compartirlo. Franja.
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