Blog católico de Santa María de
Baiona la Real, nº. 837
El espejo
-Adaptación de un cuento tradicional oriental-
RENATO
casi no vio a la señora, en el auto parado al costado de la carretera. Llovía
fuerte y era de noche. Pero se dio cuenta que ella necesitaba ayuda.
Paró su
auto y se acercó. El vehículo de la señora olía a nuevo. La mujer pensó que él
podía ser un asaltante, no le inspiraba confianza, le parecía pobre y
hambriento.
RENATO
percibió que ella tenía mucho miedo y le dijo: “-Estoy aquí para ayudarla
madame, no se preocupe. ¿Por qué no espera en el auto que está calentito? A
propósito, mi nombre es RENATO”.
Sucedía
que ella tenía una llanta pinchada y, para colmo, era una señora de edad
avanzada. RENATO se agachó, colocó el gato mecánico y levantó el vehículo;
luego la cambió. Al terminar, quedó un poco sucio y con una herida en una de
sus manos.
Cuando
apretaba las tuercas de la rueda, ella abrió la ventana y comenzó a conversar
con él. Le contó que no era del lugar y que sabía cómo agradecer su preciosa
ayuda. RENATO apenas pudo sonreír mientras se levantaba.
Luego, le
preguntó cuánto le debía, ya se había imaginado todas las cosas terribles que
le hubieran pasado si él no hubiese parado para socorrerla. RENATO no pensaba
en dinero, le gustaba ayudar a las personas. Este era su modo de vivir y le
respondió: “-Si realmente quiere pagarme, la próxima vez que encuentre a
alguien que precise ayuda dele a esa persona lo que necesite y acuérdese de
mí”.
Algunos
kilómetros después, la señora se detuvo en un pequeño restaurante, la camarera
vino hasta ella con una toalla limpia para que se secase su cabello mojado y le
dirigió una dulce sonrisa.
La señora
notó que la camarera estaba con unos ocho meses de embarazo, pero su abultado
vientre no hizo que ella cambiara su actitud hacia la forastera.
La señora
se preguntó cómo alguien que tenía tan poco podía tratar tan bien a un
extraño. Entonces se acordó de RENATO.
Después terminó su comida y, mientras la camarera fue a buscar el vuelto, se
retiró.
Al volver
la joven buscó a la señora, cuando vio sobre la mesa algo escrito en una
servilleta sobre la que había cuatro billetes de $100. Le cayeron las lágrimas
al leer lo que la mujer le había escrito: “Tú no me debes nada, yo tengo
bastante. Alguien me ayudó hoy y, de la misma manera, te estoy ayudando. Si, realmente
quisieras reembolsarme el dinero, no dejes de ayudar a quien, en algún momento,
pueda necesitarlo.
Aquella
noche, cuando llegó a su casa, cansada se acostó, su marido se había quedado
dormido. Ella, entonces, se quedó pensando en el dinero y en lo que esa señora
le había escrito. ¿Cómo pudo ella saber cuánto ellos necesitaban ese dinero
estando tan próximo el nacimiento de su
bebé?. Agradeció a Dios por la bendición recibida y se volvió hacia su
preocupado marido que dormía a su lado, le dio un beso suave y le dijo: “Todo
estará bien. Te amo RENATO.”
No te
contagies de la falta de amabilidad que nos rodea. No dejes de hacer el bien,
ayuda a todo el que te necesite.
La
vida es así… un espejo…todo lo que das.. .vuelve a ti!
SÉ TÚ
TAMBIÉN UN ESPEJO DE AMOR PARA LOS DEMÁS…
Y TENDRÁS
UNA SEMANA FELIZ.
Para reflexionar:
Cada día la vida nos
presenta situaciones donde una o varias personas necesitan de nosotros…
¿Cómo es tu actitud
frente a ellas? ¿Das de lo que tienes, lo que necesitan en ese momento? ¿Das
una palabra, una sonrisa, un abrazo, tu tiempo…?
Recordemos lo que la
señora escribió en la servilleta y… ¡continuemos con el círculo de amor!
Estemos atentos cada día para dar una mano y mejorar en un instante la vida de
alguien, tenemos muchísimas oportunidades para ayudar, veamos la unidad en la
diversidad.
Recuerda que nunca
sabes dónde te encontrarás o de quien podrías recibir ayuda, cuando realmente
la necesites. Y en algunos casos: cuando eso pasa, es de las personas menos
esperadas.
Pásalo si te ha gustado. Franja.
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