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DIOS NUNCA SE EQUIVOCA.
La
historia del rey incrédulo|
Cuentan que hace mucho
tiempo había un rey que no creía en la bondad de Dios, aunque tenía un
consejero piadoso al que llamaban Tomasín, que ante circunstancias adversas
siempre decía: “¡QUÉ BUENO, QUÉ BUENO, QUÉ BUENO ES TODO! Dios nunca se
equivoca”.
Cuando el rey le
preguntaba la razón, el súbdito le contestaba: “Rey mío, no se desanime ante
ningún mal, porque todo lo que Dios hace es perfecto. Él nunca se equivoca”.
Un día el rey salió a
cazar junto con su súbdito Tomasín. Sucedió que una fiera de la jungla los
atacó. El súbdito consiguió matar al animal, pero no pudo evitar que su
Majestad saliera herido perdiendo el dedo meñique de la mano derecha. El
consejero le recordó al rey: “¡QUÉ BUENO, QUÉ BUENO, QUÉ BUENO ES TODO! Dios
nunca se equivoca”.
El rey, furioso por lo
ocurrido, y sin mostrarle agradecimiento por salvarle la vida, le dijo: “¿Acaso
Dios es bueno? Si lo fuera yo no hubiera sido atacado y no hubiera perdido mi
dedo”. El buen Tomasín le respondió: “Rey mío, a pesar de todas estas cosas solamente
puedo decirle que Dios es bueno y que quizá perder un dedo sea para su bien,
pues todo lo que hace Dios es perfecto. ¡Él nunca se equivoca!”
El rey se indignó con
la respuesta de su siervo y mandó que fuera preso a la celda más oscura y fría
del calabozo. No obstante, cuando se llevaban a Tomasín, éste iba diciendo para
sí: “¡QUÉ BUENO, QUÉ BUENO, QUÉ BUENO ES TODO! Dios nunca se equivoca”.
El rey volvió a salir
de cacería, pero ahora fue atacado por una tribu de hombres salvajes y
caníbales que vivían en la selva. Estos indios eran temidos por todos, pues se
sabía que hacían sacrificios humanos para sus dioses y luego se comían a sus
víctimas.
El rey volvió al
palacio pálido después de haber estado a punto de morir. Aliviado del susto
mandó liberar su siervo Tomasín y pidió que se lo trajeran a su presencia. Al
verlo, lo abrazó afectuosamente diciéndole: “¡Querido Tomasín! Ahora comprendo
que Dios fue bueno conmigo. Has de saber que escapé porque no tenía uno de mis
dedos. Te devuelvo tu libertad y te restituyo en tu cargo. Sólo me queda una
duda en mi corazón. Si Dios es tan bueno, ¿por qué permitió que estuvieses
preso, tú que tanto confías en Él y lo defendiste?”.
El siervo sonrió y le
dijo: “Rey mío, si yo hubiera estado libre te habría acompañado en esa cacería.
Y al ver que usted estaba incompleto, seguramente me habrían sacrificado en su
lugar, ya que a mí no me falta ningún dedo. Por lo tanto debe acordarse y
repetirse siempre: “¡QUÉ BUENO, QUÉ BUENO, QUÉ BUENO ES TODO! Dios nunca se
equivoca”.
Podemos concluir
recordando las palabras de San Pablo:
“Pues sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a
Dios”(Rom 8,28)
Y...
SI TE HA GUSTADO PÁSALO.
Franja
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